Cuando el pueblo se acomodó en su nueva tierra, Dios les dio líderes que los ayudaran. Uno de ellos fue una mujer llamada Débora. La gente venía a verla bajo un árbol para que ella pudiera resolver sus disputas. Ella y su general, Barac, salieron a una batalla. Débora era una mujer valiente que pudo vencer a sus enemigos. Dios estaba a su lado. Débora fue sólo una de los muchos líderes valientes. Veamos quién más fue un líder. Un día un ángel vino a un hombre llamado Gedeón y le dijo: «¡El Señor está contigo, valiente guerrero!

Los camellos se bamboleaban y tropezaban a lo largo de todo el camino hasta Canaán donde Isaac vivía. Una tarde justo antes de la puesta de sol, los camellos se detuvieron. Un hombre joven caminaba por el campo. Él miró y vio los camellos. Su novia había llegado. Isaac amó a Rebeca. Él se casó con ella. �Crees que Rebeca estaba emocionada por ser elegida como esposa para Isaac? ¿Cómo crees que se sintió ella al irse hasta un lugar tan lejano? Durante muchos años Rebeca no pudo tener hijos. Así que Isaac oró al Señor por este problema.

Así que le quitaron su manto y lo lanzaron al pozo. Entonces, algunos hombres en camellos pasaban por allí. «Eh», dijeron los hermanos, «vendámoslo para que sea un esclavo». Ellos vendieron a su propio hermano. Eso que los hermanos hicieron fue horrible. �Qué pasaría después? José no estaba solo. Dios lo estaba protegiendo. Pronto un hombre rico llamado Potifar lo compró para que fuera su esclavo. José trabajó e hizo muy bien todo lo que Potifar le pidió que hiciera. Por esto Potifar puso a José a cargo de toda su casa y todos tenían que obedecerle.